sábado, 11 de junio de 2011

~ Prólogo

Me calcé las Converse, los vaqueros, una camisa y me preparé para salir. Tomé prestada la bufanda gris de lana de mi hermano, el abrigo negro, cogí el libro y me fui al lugar donde se aglutinan mis pensamientos.
Cerré la puerta con llave hasta dar dos vueltas a la misma y caminé cuesta arriba hasta llegar al parque donde sólo iban los ancianos a pasear y visitar a sus fantasmas.

Al final del parque, se encontraba el árbol más antiguo de cuantos yo había visto y como siempre, el sauce esperaba impasible al otro lado de la colina. Siempre me esperaba, siempre para saber mis secretos, él era mi diario personal, y podéis llamarme demente, pero terminé cogiéndole cariño a aquel árbol. Cada raíz, cada hoja, cada ráfaga de viento que mecía sus ramas, su tronco lleno de vida..
Todos ellos sabían mis secretos. El viento soplaba fuerte como de costumbre, hacía frío, pero eso ya no era un inconveniente. Me apreté el libro contra el pesado abrigo que llevaba y tomé el mismo camino que tomaba siempre hacia el sauce.
El sauce sabía que me dirigía hacia él y aguardaba allí hasta que yo llegara.

No sabía cómo había llegado todo a ese punto, pero había llegado. Era una historia larga pero que merecía ser contada y merecía ser leída, al menos, por ella.
Lo feliz tornó infeliz y mi mente no soportó más idas y venidas, mi cerebro dijo “ya basta” y tomé su control para así poder poner fin a una etapa gris de mi corta
vida.

Me levanté de la falda de hierba que cubrían las raíces del sauce y vi como el sol salía perezoso por el fondo de aquella pequeña ciudad. Yo me iba a dormir justo cuando la ciudad despertaba, miles de luces mirándome, las farolas encendiéndose, los perros paseando por la calle seguidos por sus dueños, aún recapacitando cómo habían escapado a Morfeo, las prostitutas echaban el cierre a una larga noche como tantas, los repartidores de periódicos cumplían con su asignación, miles de parejas despertaban, otras tantas dormían, algún individuo iría a trabajar en ese momento, y también en ese momento algún otro regresaría de trabajar, alguien se iría de viaje de negocios y alguien se quedaría añorando a su pareja toda la noche. Pensé en todo lo que aquella pequeña ciudad me ofrecía y yo no era capaz de observar, pero en ese momento todo aquello era ínfimo, había ido al sauce por alguna razón, y esa razón me mantenía preso en mis pensamientos.
Eché un simple vistazo a la grandeza de lo que no se ve. Toda la ciudad se perdía en el anonimato, supongo que en el mismo anonimato que me había sumido yo durante tanto tiempo. Pensé una vez más en ella antes de irme a dormir de nuevo. Ella fue la culpable de que esta historia empezara y sin ella, mi corazón no habría palpitado a velocidades insospechadas.
Así que supongo que mi historia no estuvo completa hasta que no apareció ella. ¿Que como llegó ella? Supongo que esa historia ya la conocéis..

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